Industria, puerto, ciudad (1870-1964): De cómo tomó forma Barranquilla, Parte 3

Carlos Bell-Lemus, reconocido arquitecto barranquillero, curador del libro “Ruta Carrerá”, redactó en el 2007 un estudio del desarrollo de Barranquilla entre 1879 y 1964. Esta es la primera parte de dicho estudio de crecimiento.

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Industrialización intermedia. Arquitectura moderna, desarrollo y consolidación (1945-1960)

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, por iniciativa de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, se vuelve un lema para el desarrollo de los países de América Latina la macro política económica de la “sustitución de importaciones”. Para ese entonces Colombia tenía saldos favorables en la balanza de pagos y las reservas de oro y divisas del Banco Emisor habían aumentado. A este hecho se sumó el incremento en los precios del café, que pasó de US$0,21 por libra en 1946 a US$0,72 en 1954, lo cual le permitió mejorar notablemente su capacidad de importación. Además, la industria, que había postergado sus necesidades de reposición y ampliación de equipos durante el conflicto, comenzó a demandar importaciones, ayudada por reformas cambiarias y monetarias que evitaban que las divisas se gastaran en bienes de consumo, para orientarlas a los bienes intermedios y de capital.

En estas nuevas circunstancias, el crecimiento económico se aceleró, en especial entre 1946 y 1953. En 1946, la producción total creció al excepcional ritmo de 9,1 por ciento, y entre 1946 y 1953 se sostuvo en promedio al 5,9 por ciento. Entre 1953 y 1958, el crecimiento aún seguía siendo significativo, hasta la caída de los precios del café, a partir de 1958, que llegó a su punto mínimo en 1961. Pero ello será parcialmente compensado por la deuda externa que entre 1950 y 1960 aumentó 153 por ciento y por el ingreso de inversiones extranjeras que comenzó a acrecentarse desde 1950 (Bejarano, 1989, p. 150).

Figura 02: La Insuperable
Figura 02: La Insuperable

La disponibilidad de recursos, el mejoramiento de la capacidad importadora, la política de comercio neoliberal impulsada por el gobierno de Laureano Gómez y el paradigma de desarrollo estructuralista keynesiano preconizado por la CEPAL para América Latina, se configuraron entonces como las variables macroeconómicas que potenciaron a Barranquilla -mediante la reactivación de su puerto- como un polo de desarrollo regional entre 1946 y 1962, a tal punto que, en 1950, el producto interno bruto del departamento del Atlántico era el segundo más alto del país, después del de Bogotá.

La ciudad en especial se vio favorecida con las medidas adoptadas por Jorge Leyva, ministro de Obras del presidente Roberto Urdaneta Arbeláez, quien reemplazó al depuesto Laureano Gómez. Para reducir la congestión en el puerto de Buenaventura, ocasionada por el aumento de las exportaciones de café y las importaciones de bienes de capital, el doctor Leyva obtuvo un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, BIRD para mejorar las instalaciones portuarias de Barranquilla y Cartagena (Niño, 1991, p. 230).

Según el censo de 1945, la producción industrial de Barranquilla había alcanzado la suma de $62.925.633; en 1953, llegó a $288.309.206, lo cual representa un aumento de 358 por ciento en solo ocho años. El número de establecimientos industriales en el mismo lapso había pasado de 595 a 1.814, un incremento de 204 por ciento (Sojo, 1955, p. 73).

El Boletín No. 42 del Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE, decía: “La simple indicación de las principales clases de industrias en Barranquilla y el valor de la producción durante el año censal de 1953 demuestran el enorme desarrollo industrial” (citado en Sojo, 1955, p. 62). Desarrollo industrial que estaba apoyado en las inversiones en instalaciones físicas, equipos e infraestructura para el sector productivo que en 1953 se calcularon en $11.376.615.

 

Figura 03: Tejidos Celta Ltda.
Figura 03: Tejidos Celta Ltda.

Por otro lado, el Decreto No. 2556 del 24 de septiembre de 1955 del Gobierno Nacional había escogido a Barranquilla como sede de la primera Zona Franca Industrial del país, lo cual implicó una considerable ampliación de la base productiva de la ciudad.

Todo este rápido proceso de industrialización debía estar acompañado de una arquitectura de rápida y fácil edificación, cuyos sistemas constructivos fuesen modulados, estandarizados, repetitivos y prefabricados con el fin de responder con agilidad a la demanda de bodegas, naves industriales e instalaciones de maquinarias y equipos.

Desde el punto de vista del lenguaje arquitectónico, se abrió paso, entonces, “una serie de valores formales más claramente identificados con la estética del movimiento moderno: fachadas limpias, sin ornamentos, volúmenes prismáticos, techos planos, grandes planos acristalados” (Satizábal, 2007).

En vista de que en la ciudad no se producían bienes intermedios de capital, como piezas de metales prefabricadas o de concreto, en muchos de los proyectos industriales se importaron tecnología y elementos constructivos completos que, con acierto, supieron instalar los arquitectos e ingenieros de la ciudad.

Una de las firmas que especializó sus servicios constructivos en el área industrial fue Cornelissen & Salzedo. Esta empresa, entre otras cosas, innovó técnicas, experimentó procesos constructivos y patentó un tipo especial de correa parabólica en concreto. En los montajes iniciales de Cervecería Águila, utilizó estructuras metálicas de alma llena con uniones remachadas. Para la fábrica de Eternit, prefabricó in situ pórticos completos en concreto reforzado. Para las bodegas de Almagrán, izó pórticos de madera prensada importados, de excelente calidad y durabilidad. En la fábrica de Aluminios Reynolds, construyó pórticos en concreto reforzado.

Otros ejemplos interesantes de la arquitectura industrial de este periodo fueron los proyectos realizados por la firma Aryes Ltda. En la fábrica de Philips, construida en Barranquillita, rompió los esquemas de naves y simples bodegas con que se estaban escuetamente aprovisionando muchas industrias. En este caso, Aryes realizó diseño y cualificó los distintos espacios para mejorar la calidad del ambiente para el trabajador y así aumentar su productividad. En la planta de Linters de Fagrave innovó con voladizos laterales en concreto reforzado y en la planta de Cartón de Colombia utilizó piezas completas de prefabricación postensada, producidas por la fábrica Pretensados del Caribe, empresa de un ingeniero cubano que incursionó en este campo de la construcción con relativo éxito en los años cincuenta.

 

Conclusión

Un asentamiento precario en el siglo XVIII, ubicado a 10° latitud norte en el continente suramericano, a orillas del río Magdalena y a 27 kilómetros del estratégico espacio geopolítico del mar Caribe, sería el escenario urbano, por el azar de la historia nacional y regional, en donde se experimentarían y se materializarían durante un siglo aproximadamente, las ideas de progreso, modernización e industrialización.

Figura 04: Cafetería Almendra Tropical
Figura 04: Cafetería Almendra Tropical

Barranquilla haría parte de esas ciudades latinoamericanas sobre las cuales el historiador José Luís Romero diría que “tuvieron la sensación de la magnitud del cambio que promovían, embriagadas por el vértigo de lo que se llamaba progreso, y los viajeros europeos se sorprendían de esas transformaciones que hacían irreconocible una ciudad en veinte años” (Romero, 1999, p. 295).

Un desarrollo inusitado, desequilibrado, desconectado de su hinterland, volcado hacia el mundo exterior pero sobre la base de la exportación de los productos naturales especializados de la reciente República soberana. Esquemas mercantiles que obedecían a las necesidades de consumo de las grandes metrópolis desarrolladas y que empujaban a las capitales y en especial a los puertos de los países periféricos a ajustarse de manera forzada a esas dinámicas.

Barranquilla experimentó de forma muy particular ese tiempo del mundo y realizó las transformaciones geográficas, ambientales, sociales y económicas para montarse en el “tren del progreso”. Sus afanes dejaron huellas en la estructura urbana existente, sobre la cual existe hoy una caótica pero vital urbe que aún busca un derrotero en un contexto de nuevas urgencias y perspectivas de crecimiento. Legó también un interesante patrimonio del pasado que su arquitectura evoca y recoge en sus construcciones, la que todavía hoy se articula a las actividades industriales y comerciales de la ciudad.