Industria, puerto, ciudad (1870-1964): De cómo tomó forma Barranquilla, Parte 2

Carlos Bell-Lemus, reconocido arquitecto barranquillero, curador del libro “Ruta Carrerá”, redactó en el 2007 un estudio del desarrollo de Barranquilla entre 1879 y 1964. Esta es la primera parte de dicho estudio de crecimiento.

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Transición de Barranquilla hacia el capitalismo industrial (1890-1930)

Según Andrés Eduardo Satizábal, este período es caracterizado por “la crisis y la disolución de la hacienda, la consolidación económica y política del estado; la expansión del mercado interno, de la urbanización y de la industrialización liviana” (Satizábal, 2007).

Sucesos importantes como la Guerra de los Mil Días, la Constitución Política de 1886, la aparición del papel moneda, el Banco de la República, la separación de Panamá y la puesta en funcionamiento del canal interoceánico en 1914 -lo que permitiría mejorar la exportación de sacos de café por el puerto de Buenaventura- marcarán la dinámica política y económica de esta etapa.

Además, con el fin de expandir el mercado interno y continuando la política de proteccionismo industrial, el ministro de la presidencia colombiana Rafael Uribe Uribe aboga en 1907 en la Conferencia de Río de Janeiro por que:

Necesitamos fabricas de cerámicas y cristalería, de velas esteáricas y jabones, de fósforos y cigarrillos, de calzado y arneses, de hilados y tejidos de algodón y otras fibras, de paños y demás artículos de lana, de productos químicos, drogas y perfumes, de pólvora y explosivos, de papel, tenerías, ferrerías y producción de acero, refinerías de petróleo, preparación y refinación de asfalto, y cien ramos en que el capital extranjero y la energía de los hombres de empresa hallarán donde emplearse, con el fin de suprimir la importación de todos los artículos que puedan fabricarse con ventaja en el país, para lo cual puede contarse con la actual orientación de nuestra política, que es resueltamente hacia el proteccionismo racional… (citado por Ospina Vásquez, 1987, p. 361).

Barranquilla -bajo estas orientaciones de las políticas de Estado, apoyada por su condición privilegiada de puerto sobre el mar Caribe, con conexiones marítimas hacia las metrópolis desarrolladas de Norteamérica y Europa, enlazada con el país nacional a través del río Magdalena, única ruta con posibilidades de transportar cargas importantes- supo aprovechar su cuarto de hora para convertirse en la ciudad abanderada del desarrollo industrial de Colombia y paso obligatorio para la modernización material y cultural de las otras ciudades colombianas. Es más; el presidente Marco Fidel Suárez afirmaba que “Barranquilla, era el pórtico de la República y como tal debía estar equipada de las más mínimas infraestructuras que garantizaran su desarrollo” (La Nación, 1921).

De modo que arranca en la ciudad un proceso de mejoramiento de su infraestructura de servicios públicos. Se gestionó y aprobó un préstamo por siete millones de dólares para la mejora y ampliación del acueducto; Inversiones Obregón instalaba la primera planta generadora de electricidad que proporcionaría la energía para el sector industrial que crecía de manera inusitada; en 1922, en la Cámara de Representantes, se discutió un auxilio para la pavimentación de las calles de Barranquilla aduciendo su interés nacional; en 1919 empieza la urbanización de El Prado; en 1927 se inaugura el Hotel El Prado.

Según el anuario estadístico de 1938 de la Contraloría General de la República, en Barranquilla en 1929 se construyeron 322.769 m2 mientras en Bogotá solo se construían 233.115 m2. Era la ciudad de más rápido crecimiento y la segunda después de Bogotá en total acumulado. La población aumentó con una tasa de crecimiento intercensal promedio de 3,85 por ciento entre 1905 y 1938, pasando de 40.115 a 152.348 habitantes en tan solo 33 años. En 1928, los italianos (748), alemanes (236), sirios (680), venezolanos (385), cubanos (121) y chinos (192) constituían la población de extranjeros más numerosa (Meisel, 1987, p. 21).

Por supuesto, este mercado en crecimiento y las políticas de proteccionismo nacional favorecieron la producción de bienes de consumo. Según datos de Pablo Duarte y Eduardo Vargas (1980), en este periodo se fundan 42 establecimientos industriales, en su mayoría manufactureros, dando origen a una pequeña “revolución industrial” de la ciudad.

En efecto, en 1905 se constituye la Cervecería Bolívar, la que más tarde será adquirida por Mario Santodomingo, fusionada con Cervecería Barranquilla S.A., y convertida en 1933 en la Cervecería Águila. En 1906 se funda la empresa Molienda de Granos para aceites y féculas; fue la primera industria procesadora de ajonjolí para fabricar aceite. En 1909, se funda la empresa minera Palacio y Compañía, dedicada a la explotación de las minas de Tubará y al establecimiento de una refinería de petróleo. En 1910, se funda la Fábrica Nacional de Fósforos y en este mismo año se establece en la ciudad la compañía norteamericana The Colombian Oil and Gas Company of Canada Ltda., cuya finalidad era la explotación de la fuente de petróleo del municipio de Tubará. En 1912, se constituye la empresa Salazar Manjarrés y Compañía, dedicada a la producción de tejidos de algodón. En 1914 se funda la Empresa de Licores del Atlántico y en 1915 se establece la Fábrica de Gaseosas El Rosario.

Mención especial requiere la empresa Tejidos Obregón fundada en 1914, lo más parecido a la fábrica moderna por su fisonomía y distribución espacial: “tiene esta gran fábrica de tejidos 550 telares, con 8.000 husos que ofrecían mensualmente al mercado nacional alrededor de 400.000 yardas de driles, mantas, lonas, y diagonales de primera calidad. Además contaba con 600 obreros, constituyéndose la fábrica de tejidos más importante del país”. En diciembre de 1919 se firmaron las escrituras para conformar la SCADTA, la primera compañía de trasporte aéreo del país (Duarte y otros, 1980).

Desde finales del siglo XIX ya se había consolidado lo que se llamó el estilo republicano en arquitectura, como una tendencia estilística y constructiva que busca referentes plásticos en historicismos franceses, italianos y anglosajones. Por eso el neoclasicismo se hace evidente en edificaciones institucionales como la Aduana de Barranquilla, construida en 1919; proyecto original del inglés Leslie Arbouin que luego sufre modificaciones introducidas por los arquitectos Arturo Jaramillo y Alberto Manrique. Lo mismo que la fábrica de calzados de Celia y Barleta, aunque con estilo un poco más ecléctico que de alguna manera combinaba usos industriales y comerciales pues su fachada principal abría sobre la comercial “Calle de las vacas”.

Industrialización ligera. Arquitectura moderna (1930-1945)

La industrialización del país sigue desarrollándose soportada en la producción de bienes de consumo: textiles, confecciones, bebidas y alimentos, los cuales habían incrementado su demanda interna debido al desabastecimiento generado por la crisis de Wall Street y la carrera armamentista en que estaban embarcados Estados Unidos, Alemania, Japón y toda Europa, lo que obligó a los países de América Latina a profundizar aun más la modernización del aparato productivo para satisfacer dicha demanda. Esto significó un impulso a la economía regional y las mayores tasas de crecimiento industrial de Colombia registradas en el siglo XX.

Aunque el puerto de Buenaventura a partir de 1935 superó a Barranquilla en número de toneladas exportadas de café, la ciudad y el puerto seguían viviendo un dinamismo importante; incluso en 1939 registraba 376.920 m2 de construcción, la cifra más alta de la década de los treinta y por encima de ciudades como Medellín, Cali y Cartagena.

Con el objeto de enfrentar la competencia portuaria y tornar más eficiente la operación portuaria, la dirigencia empresarial de Barranquilla se propuso entonces localizar en un solo muelle el atracadero de las embarcaciones extranjeras -provenientes del océano Atlántico- y los barcos que bajaban por el río Magdalena con la producción nacional. Para ello era necesario intervenir las Bocas de Ceniza, mejorar las condiciones de accesibilidad y la profundidad del calado.

Aunque desde 1916 se estaban elaborando propuestas al respecto, solo fue a principios de la década de los treinta cuando el presidente Enrique Olaya Herrera por solicitud de los gremios económicos de Barranquilla contrató con la empresa norteamericana Raymond Concrete Pyle y Wiston Brothers la construcción definitiva de los tajamares y la apertura del río Magdalena al mar Caribe. Fue la obra de ingeniería hidráulica más importante de Colombia en el siglo XX y la de mayor impacto ambiental en el litoral Caribe; literalmente: “una cuchillada del río sobre el mar”.

El pensamiento moderno en la arquitectura se hace evidente en la tendencia art deco que empieza a aparecer en las edificaciones Industriales como Tejidos Celta, la Cooperativa de leche -1937-, la cafetería Almendra Tropical, la fábrica de aceites Gracetales, la industria harinera Generoso Mancini y la fábrica de sedas y paños Filtta S.A.

Figura 01: Fábricas Fillta S.A.
Fábricas Fillta S.A.